TOC, tipos de obsesiones

Trastorno obsesivo compulsivo infantil

La obsesión es uno de los principales conceptos que hay que tener en cuenta en el TOC. Todos los tipos de Trastorno Obsesivo Compulsivo tienen ese denominador común.

Lo cierto es que, todas las personas podemos presentar en algún momento determinado, ciertas obsesiones. Pero cuando el estado se mantiene en el tiempo, se exacerba, es recurrente e interfiere e inestabiliza la vida normal de la persona, deben tomarse medidas.

En muchos casos puede ser necesario ponerse en manos de un médico especializado, un psiquiatra que ayude a manejar el malestar psicoemocional generado por este problema, y que puede variar en su gravedad, desde un mero síntoma sin demasiada importancia y fácil resolución hasta un verdadero trastorno psiquiátrico de gravedad variable.

Las obsesiones son pensamientos de carácter irracional, pensamientos que penetran en la mente sin control voluntario, y que no son del agrado de quien los padece. Conducen a un importante estado de ansiedad, y ésta puede llevar a la depresión u otras afecciones mentales de mayor o menor gravedad.

El TOC debe su denominación al binomio obsesión-compulsión. Por una lado, aparece la obsesión y, por el otro, la compulsión (el intento también irracional de poner fin al problema, muchas veces a través de la realización de rituales que, basados en un pensamiento mágico tienen el objetivo de tranquilizar al propio paciente).

Existen varios criterios para clasificar los diferentes tipos de obsesiones. En relación al origen del estímulo, se suelen diferenciar entre:

- Obsesiones autógenas.

- Obsesiones reactivas.

Las autógenas son consideradas ego-distónicas. El pensamiento obsesivo produce repugnancia, es desagradable y éticamente reprobable. En este caso estaríamos hablando por ejemplo de pensamientos sexuales agresivos o ideas similares.

Las obsesiones reactivas son consideradas dentro de lo racional, dentro de la realidad del paciente. Lo que las estimula son elementos externos a la persona, carentes de una vinculación directa con ella. Por ejemplo: un cuadro asimétricamente colocado.

En relación al tema o contenido de la obsesión, la variedad puede ser infinita. Enfermedades, limpieza, contaminación, miedos irracionales a personas desconocidas… Son muchas las variantes de obsesiones que podemos encontrar, tanto en una obsesión autógena como en una reactiva.

Una de las temáticas más frecuentes son las obsesiones de limpieza, y las de orden. Como ejemplo, algunos pacientes acuden a consulta y declaran, que su obsesión por el orden les lleva a colocar simétricamente, todo objeto en su mesa de oficina, lo que le genera una enorme perdida de tiempo y el agobio posterior por su bajo rendimiento.

Esta obsesión puede derivar en llamativos comportamientos que conllevan, incluso, la fijación a la mesa con adhesivos para que los objetos permanezcan en idéntico orden y nadie los toque. O incluso personas que evitan recibir visitas en casa por el temor a que puedan estropear el orden establecido en su hogar, hasta el punto de deteriorar sus relaciones sociales. Tal comportamiento puede ocasionar perjuicios tanto a nivel personal como social.

En relación a las obsesiones de higiene, limpieza o contaminación, es particularmente frecuente el paciente que se lava las manos con demasiada frecuencia, hasta el punto de ocasionarle problemas dermatológicos.

Como último ejemplo, las obsesiones sensoriomotoras son aquellas que se vinculan con un excesivo control de la persona sobre determinados actos fisiológicos normales, como pueda ser el parpadeo, la respiración…

Cualquier tema puede ser susceptible de traducirse en un tipo de obsesión. Lo importante es ser consciente de la angustia que genera y de los comportamientos compensadores que el paciente “se ve obligado/a a realizar” de manera compulsiva. Cuando eso ocurre, y el sufrimiento aumenta, es recomendable pedir ayuda a un especialista para evitar que el problema se agrave.

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