La enfermedad y el dolor físico son dos de las causas más antiguas y habituales del sufrimiento del ser humano. A los aspectos médicos y biológicos de la enfermedad o el dolor, se añade todo el sufrimiento psicoemocional derivado de la incapacidad, la frustración ante la pérdida de oportunidades vitales y expectativas, las dificultades laborales, económicas y sociales con las que tienen que enfrentarse, la falta de recursos y de ayudas, las dificultades diagnósticas, los tratamientos ineficaces, la pérdida de sentido vital.
Una terapia individual aplicada a este tipo de sufrimiento requiere un enfoque humanístico-existencial-transpersonal que valore a la persona más allá de sus limitaciones y que pueda ofrecer luz a unas circunstancias vitales extremadamente complejas. También es fundamental un conocimiento específico de la psicofarmacología aplicada al dolor crónico y a las peculiaridades de cada paciente en función de su enfermedad concreta. Para establecer un mayor conocimiento y autopercepción corporal también son útiles técnicas concretas basadas en visualización, relajación y atención plena así como enfoques de terapia Gestalt que profundicen en la relación mente-cuerpo y en la concepción del individuo como un todo indivisible.