La niñez y la adolescencia son unas fases de la vida características y muy diferentes a la edad adulta.
La niñez es una etapa crucial en el desarrollo de los seres humanos y especialmente relevante a la hora de fijar patrones emocionales, relacionales y de comportamiento posterior. La Psiquiatría infantil se basa en el fundamento de que “un niño no es un adulto pequeño” y es necesario conocer todas esas singularidades puesto que las patologías se manifiestan de distinta forma en las diversas etapas del ciclo vital de la persona. En esta etapa se dan importantes acontecimientos que modulan el crecimiento, como el desarrollo cognitivo, el desarrollo de los conceptos y habilidades sociales, las relaciones con padres, familia y amigos, factores escolares y educacionales, logros personales y factores emocionales.
Una correcta atención durante esta etapa es fundamental, pudiendo cambiar la trayectoria de las relaciones familiares, los resultados académicos y la interacción de los niños con su entorno. En general, puede suponer una inestimable ayuda que facilite la adaptación del niño a las siguientes etapas evolutivas y vitales.
Por esas razones, es muy importante prestar atención a algunas señales de alerta. En especial a las dificultades en el aprendizaje en el colegio, a problemas en la interacción social y a problemas físicos que parezcan estar relacionados con el estado emocional. Ante cualquiera de estas señales es necesario actuar, acudiendo al colegio en primer lugar si se trata de dificultades de aprendizaje y a un profesional de la psiquiatría si los problemas tienen que ver con factores anímicos, emocionales, conductuales o relacionales. Un abordaje especializado temprano puede evitar complicaciones posteriores y ayudar al paciente y a su familia a sentar los cimientos de su proceso evolutivo , favoreciendo un adecuado desarrollo psicoemocional y unas relaciones familiares armónicas.
La adolescencia es una época de transformación y cambio. Una epoca de la vida del ser humano en la que se produce la transición del niño al adulto y que tiene unas características muy especiales. Se trata de un periodo de reorganización de toda la experiencia vivida hasta ese momento que culmina en una ampliación del conocimiento de si mismo y en un aumento de autonomía y autogestión que permita pasar a la edad adulta de una forma adaptativa. Este cambio, que teóricamente debería ser progresivo y natural, puede manifestarse de forma compleja en determinados casos. Es importante comprender que la adolescencia es una etapa de crisis de identidad en la que existe dificultad para mantener el concepto de si mismo y para adaptarse a los nuevos cambios vitales. Se trata de un proceso global que abarca las esferas biológica, psicológica y social de la persona.
Por todas estas especificidades, se trata de una epoca de riesgo desde el punto de vista psicológico y es especialmente importante mantener la observación y la atención durante este periodo. En la mayoría de las ocasiones el adolescente pasa su “crisis” dentro de los límites de la normalidad pero, desafortunadamente, en algunos casos, el menor puede presentar dificultades de mayor complejidad y derivar en un proceso patológico que afecte a la integración de la personalidad y a otros factores como: la forma de afrontar las frustraciones, los cambios y las perdidas, la capacidad de entender y manejar sus emociones, la manera de relacionarse con los demás y de compartir sentimientos, la creación de un concepto y sentido de vida.
Estas situaciones requieren de un abordaje especializado y de una ayuda tanto al adolescente como a su familia y entorno significativo cercano. Terapia individual, terapia familiar, técnicas de autocontrol de emociones, terapia farmacológica. Todos estos enfoques deben ser integrados en el plan terapéutico para tratar de alcanzar los mejores resultados y conseguir ayudar al adolescente a adaptarse a todos sus entornos de la mejor manera posible.