Definimos insomnio como las alteraciones de la calidad o cantidad del sueño. Si éstas son mantenidas en el tiempo, van a provocar tanto a corto como a largo plazo, consecuencias negativas e importantes para nuestro organismo.
Estas consecuencias pueden ir desde cansancio físico y mental acumulado, somnolencia diurna, aumento de nerviosismo, dificultad para la concentración, irritabilidad… hasta procesos más preocupantes que pueden desembocar en patologías mentales como trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo o incluso debut de cuadros psicóticos.
Las más importantes son las que se refieren al momento del sueño que se ve más afectado:
En nuestro país, las estadísiticas nos dicen que una de cada tres personas sufrirá de INSOMNIO a lo largo de su vida. Por ello es importante que conozcamos una serie de pautas que pueden ayudar tanto a prevenirlo como a tratarlo y con las que podremos evitar que el insomnio se cronifique. Son las llamadas TÉCNICAS DE HIGIENE DE SUEÑO.
Acostumbrar a nuestro cuerpo a vivir con ciertas rutinas, planificando nuestro día a día e introduciendo horarios, provoca que nuestra mente automatice nuestros comportamientos y le sea más fácil “relajarse y desconectar” a la hora programada. Apagar luces artificiales, dejando sólo luces indirectas de baja intensidad, puede ayudar además a regular nuestra secreción de melatonina, hormona fundamental implicada en el sueño.
Es importante que el lugar donde dormimos favorezca nuestra relajación. Sacar la televisión del dormitorio, utilizar colores cálidos o blancos en su decoración y mantener el dormitorio ordenado y ventilado, favorecen un clima propicio para el descanso.
Apaga móviles y demás dispositivos electrónicos como mínimo una hora antes de irte a dormir. Ver redes sociales, vídeos, leer whassaps… provocan que nuestra mente se mantenga en modo “atención”. Además, se ha demostrado que la llamada luz azul de los dispositivos electrónicos, afecta a la regulación de nuestro ritmo circadiano. Puede ser útil utilizar un despertador para que nos sea más fácil dejar el móvil fuera del dormitorio.
El ejercicio es un excelente ansiolítico natural. Te ayudará a liberar endorfinas, descargar estrés y llegar a última hora del día con cierto cansancio físico que ayudará a que concilies mejor el sueño.
Ponte el pijama, haz tu rutina de cuidado facial, lávate los dientes, lee un libro… Intenta hacerlo siempre en el mismo orden para “acostumbrar” a tu mente a irse a la cama.
Una vez estés en la cama, puedes probar a hacer inspiraciones y espiraciones lentas, contando hasta 5 ó 10 en cada una e intentando expandir tu diafragma. Si te es dificil por ti solo, hoy en día, existen muchas aplicaciones donde poder descargarte con facilidad técnicas de relajación. Énsayala e incorporala en tu rutina predescanso.
Todas estas sustancias, interaccionan con el sistema nervioso central, interfiriendo en su adecuada regulación y provocando efectos tóxicos e irritativos a corto y largo plazo.
En algunos casos concretos pueden permitirse pequeñas siestas de no más de 30 minutos tras la comida.
El hecho de tomar medicamentos por tu cuenta sólo puede agravar el problema. Si aún siguiendo estas pautas de higiene de sueño el insomnio persiste, es hora de acudir a un profesional, quien realizará una adecuada entrevista clínica, valorará las causas de tu insomnio y te indicará las mejores alternativas terapeúticas a seguir.