Estos dos términos son bien conocidos por los profesionales que se ocupan de la salud mental. En Zaragoza puede disponer de los servicios de psicólogos especializados en el estrés, sus causas y su tratamiento.
Antes de nada, hay que marcar muy claramente las diferencias entre los dos términos. Por decirlo llanamente, podemos considerar al eustrés como un estrés positivo, y al distrés como un estrés negativo, cuyas consecuencias pueden ser demoledoras para la persona. El estado de estrés hay que enfocarlo debidamente para saber de lo que estamos hablando.
Así pues, deberemos evaluar la sintomatología y realizar preguntar específicas a los pacientes. La labor de un buen psicólogo también implica extraer todo lo posible los pensamientos y angustias de la persona, que ésta se abra y cuente exactamente todo lo que pasa por su cabeza. De esta manera, podremos identificar el tipo de estrés.
El eustrés es la ansiedad o nerviosismo que podemos sentir a la hora de realizar un examen, cuando se nos acumula el trabajo, cuando tenemos prisa por llegar a determinado lugar y vemos que perdemos el autobús, cuando no encontramos aparcamiento... Hay muchas situaciones cotidianas que pueden propiciar el eustrés.
Este estado no debe comprometer al paciente ni interferir en su vida cotidiana. Por supuesto, tampoco interferirá durante las actividades placenteras a las que habitualmente es aficionada la persona.
De lo contrario, estaríamos hablando de distrés. El distrés puede estar propiciado por situaciones externas a la persona, hechos negativos como puede ser la dolencia de un familiar, acoso en el trabajo... aunque hay situaciones en las cuales el distrés no tiene motivos aparentes. Los enfermos de TAG (Trastorno de Ansiedad Generalizada) suelen padecer distrés.
Se trata de un estrés que a veces se produce sin motivo, una ansiedad que habitualmente ataca a sus víctimas por la mañana, estropeándolas el resto del día. Nosotros tenemos soluciones psicoterapéuticas para eliminar o mitigar el distrés, incluyendo asesoramiento sobre la conveniencia de complementar el tratamiento psicológico con el farmacológico.